Primera parada: Sao Luís.
Es una ciudad llena de rastros de un glorioso pasado donde hubo belleza y abundancia, pero que el paso del tiempo no ha dejado de deteriorar.
El domingo, en las calles no hay ni un alma. En esta ciudad hay casi 1 millón de personas ¿Dónde está todo el mundo?
Pronto descubrimos que en este país hay un ritmo de vida muy diferente al que vivimos (sufrimos?) en Barcelona. Cualquier hora de cualquier día puede ser un buen momento para descansar.
Te encuentras gente durmiendo en la calle, en los bancos, en la playa.. y básicamente en cualquier parte. Uno encuentra una feliz devoción por el descanso allá donde mira… Empezamos a pensar que algo no estamos haciendo bien en Barcelona…
Una visita al mercado. ¿Nos llevamos la sandía a la playa?
Para ir a la zona de playas de la ciudad hay que coger un autobús, y eso es toda una experiencia. Cuando para delante de ti y se abren las puertas, la regla es “tonto el último!”. Ni ancianos, ni embarazadas ni hostias. El objetivo es conseguir un asiento y la ley que manda es... la de la selva! En cuanto se pone en marcha, comprendemos el motivo: ir de pie en un autobús en Brasil es algo similar a una vueltecita en el "Dragon Kan". Las carreteras están llenas de socavones y los conductores aquí no conducen... PILOTAN! Más te vale agarrarte con las dos manos y estar atento.
Una vez en la playa, nos damos nuestro primer baño del viaje. Aquí las playas: inmeeeensas, salvajes y desiertas.
En fin, tres días de viaje, y ya empezamos a comprender la primera lección:
19 de septiembre de 2011
1 comentario:
Bueno, siempre hemos sabido que hay que descansar y dormir un poco más. Ja..ja..ja.. de vacaciones va bien, pero no os acostumbréis que cuando lleguéis a barcelona os pasará el ritmo de la ciudad por encima, um... sobre todo a ti Rafa...
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